En una forma muy particular me gusta invertir en platos totalmente distintos en su forma, estilo y color. Creo que los platos dan un toque de decoración muy especial, lo cual podemos combinar con el mantel, el color de las flores del centro de mesa y por supuesto de la receta que hemos elaborado con tanto afán. El plato nos permite dar ese toque especial en la mesa.
Historia
Los primeros platos que se conocen datan de la cerámica prehistórica en Europa caracterizada por su barro que, por lo común es una pasta de color gris o negruzco o rojo ennegrecido sembrada de pequeños fragmentos de mica. Suelen llevar los productos de este tipo algunos dibujos, siempre de forma geométrica, unas veces pintados y otras, incisos con la uña o el punzón o impresos con molde sencillo. Entre los objetos de la Edad Neolítica, los hay con dibujos (siempre lineales o geométricos), trazados por incisiones hechas en la pasta negruzca y rellenas con otra blanquecina. Tal es la decoración que ostentan los famosos platos neolíticos de Ciempozuelos (Madrid) imitando a otros igualmente decorados en el Egipto prehistórico y en lo más primitivo de la civilización minoica o cretense, de donde acaso tomaran el modelo los primeros ceramistas hispanos.
Entre la cerámica griega, se puede identificar el estilo de la «cabra salvaje», atribuido tradicionalmente a Rodas, con motivo de importantes descubrimientos realizados en la necrópolis de Camiros. De hecho, se extendió por toda Asia Menor, con centros de producción en Mileto y Quíos. Predominaron dos formas: los enócoes, que copiaban modelos de bronce, y los platos, con o sin pies. La decoración estaba organizada en registros superpuestos en los que los animales estilizados, sobre todo las cabras salvajes (que han dado nombre al estilo) que aparecían en frisos. Los numerosos motivos decorativos (triángulos, esvásticas, rosetas, motivos florales) llenaban los espacios vacíos
Fuente: http://www.ecured.cu/index.php/Plato
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